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¿Importa un nombre?
¿Importa un nombre?
por R. L. Morrison
No es raro oír decir que en la religión cualquier nombre da lo mismo. Uno es tan bueno como otro. La aplicación de este principio se hace tanto a iglesias como a individuos. Y esto se dice con tanta frecuencia que muchos ya se han convencido que es la verdad y que la Biblia la enseña. Pero si uno quiere aplicar esta idea a los asuntos de la vida diaria, pronto se da cuenta de su falsedad, y la razón es obvia. Cuando alguien deposita dinero en el banco, ¿importa el nombre de la cuenta que se acredita? Cuando alguien hace un pago por haber comprado algo a crédito, ¿importa el nombre de la cuenta que se acredita por el pago? ¿Conoce Ud. a algún hombre que permite que su esposa lleve el apellido de otro? ¿Conoce a alguna mujer que no está satisfecha con el apellido de su marido y lleva el de otro? Al considerar estas preguntas, se revela lo inconsistente que algunos son en los asuntos de la religión.
Y hablando de la religión, la única fuente fidedigna a que podemos recurrir es la Biblia, la Palabra de Dios. En ella encontramos algunas cosas sobre el nombre que Dios ha escogido para su pueblo, y también el nombre dado a la iglesia que Jesús edificó. Si uno se interesa por esta información, se aprende fácilmente. ¡Examinemos una parte de ella!
El profeta Isaías, quien vivió alrededor de 500 a.C., predijo unas cosas que Dios había de cumplir. Dios dijo que no descansaría hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha. Entonces "verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará" (Isa 62:1-2). Un poco antes había escrito: "yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá" (Isa 56:5).
La justicia (el evangelio) salió desde Jerusalén, donde los apóstoles comenzaron a revelarlo. Al principio, el evangelio fue predicado solamente a los judíos, pero Pedro, por revelación, fue al hogar de un gentil llamado Cornelio. Pedro comprendió que la intención de Dios fue que todos los pueblos oyeran el evangelio y lo obedecieran (Hch 10). Después, Saulo de Tarso (el apóstol Pablo) fue enviado por Cristo a predicar a los gentiles (Hch 9:1-16). Isaías había profetizado que después de que los gentiles vieran la justicia de Dios, sería puesto a Su pueblo un nombre nuevo que la boca de Jehová nombraría. Isaías dijo además que este nombre sería dado en la casa de Dios y dentro de sus muros.
En 1 Tim 3:15, Pablo escribió: "para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad..." Ahora hemos aprendido que la casa de Dios es la iglesia del Nuevo Testamento. La iglesia consiste en gente, piedras vivas que constituyen la casa espiritual de Dios (1 Ped 2:5). Fue esta gente que recibió la promesa del nuevo nombre. Pero, ¿cuándo lo reveló Dios? Las escrituras no callan sobre esto. En Hch 11:26 encontramos la respuesta: "Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía". Los discípulos (los miembros de la iglesia, la familia de Dios en Antioquía) se llamaban cristianos. Esto fue en Antioquía, después que los gentiles habían visto la justicia de Dios. Éste es el nuevo nombre que Dios escogió para que su pueblo lo llevara.
Quizás alguien ponga este reparo: "Claro, todos somos cristianos. Sólo que llevamos otros nombres para hacer distinción entre nosotros. Realmente no importa. ¡No tiene ningún significado!" ¿Es verdad? La iglesia se pinta como la esposa de Cristo, casada con él (Rom 7:4). ¿Qué derecho tiene la iglesia, la esposa de Cristo, de llevar el nombre de otro? Juan el bautista era amigo de Cristo. Para qué llevaría uno el nombre del amigo en vez de el del esposo, si es que está casada con Cristo? ¿Cómo puede uno escoger su propio nombre religioso para llevar en vez del que Dios puso? ¿Por qué preferiría uno un nombre escogido por hombres antes que el de Dios? Importa de verdad: es la diferencia entre el bien y el mal, entre el obedecer y el desobedecer a Dios. ¿Y para qué debe el pueblo de Dios hacer distinción entre sí, si deben de ser de la misma mente y el mismo juicio (1 Cor 1:10), y deben de seguir una misma regla? (Fil 3:16)
El nombre de la iglesia designa propiedad. Ya que Cristo la compró con su propia sangre (Hch 20:28), le pertenece a Él. En los tiempos del Nuevo Testamento, se llamaba por Su nombre: la iglesia de Cristo (Rom 16:16). Leemos de varias iglesias en las escrituras, en diferentes regiones y ciudades, pero cada una era posesión de Jesucristo, comprada con sangre. Ninguna de ellas llevaba el nombre de un hombre, ni uno que fuera innovado por un hombre. Si no importa, ¿por qué fue que los hombres inspirados, los que revelaron la verdad, llamaban a la iglesia por el nombre de Cristo, y a sus miembros, cristianos? La iglesia no se llama Cristiana. Los discípulos así se llamaban, pero la iglesia del Nuevo Testamento pertenece a Cristo. Lleva su nombre.
Tal vez una causa de la indiferencia al nombre sea la falta de respeto para la autoridad de Jesucristo. Debemos recordar que Dios "le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla... y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor" (Fil 2:9-11). Jesús dijo, "El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero" (Juan 12:48). Su palabra enseña que sus discípulos se llaman cristianos.
Hoy en día hay muchas sectas distintas, cada una llevando un nombre diferente. Hay la iglesia bautista, la metodista, la presbiteriana, la luterana, la adventista, la católica romana, y otras muchas. Cada grupo lleva su propio nombre. Por ejemplo, un miembro de la iglesia bautista se llama bautista. Los de la iglesia metodista se llaman metodistas. Ningún miembro de la iglesia bautista se llama metodista. Tampoco se llama un luterano mormón. Pero la mayoría de estos cree que son cristianos, y algunos creen que los otros son cristianos también. Pero si todos ellos son cristianos, ¿por qué llevan diferentes nombres? ¡Y los nombres que llevan ni se encuentran en el Nuevo Testamento!
La iglesia en Corinto estaba dividida. Profesaban ser seguidores de diferentes hombres. Por ello, Pablo los regañó rigurosamente. Algunos decían, "yo soy de Apolos"; otros decían ser de Cefas, y otros de Pablo. Éste les preguntó, "¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros?" Pero justo antes, los dio esta instrucción: "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer" (1 Cor 1:10). Esto no es tan difícil de entender. El evangelio de Cristo exige que los que lo aceptan estén de una misma mente, creyendo lo mismo, practicando lo mismo, y llevando el mismo nombre.
Cuando la gente aprenda a llamar las cosas bíblicas por nombres bíblicos,
y a obedecer el evangelio como el evangelio nos instruye, habrá una gran diferencia en el mundo sectario. Sin embargo, parece que más y más grupos y iglesias DIFERENTES están empezando a existir. El resultado de esto no es menos confusión, sino más, junto con más disensión y discordia entre los que profesan estar sirviendo a Dios.
Para concluir: ¡Sí! Un nombre importa. ¡Es la diferencia entre estar BIEN o estar MAL! ¿Lleva Ud. un nombre religioso? Es el nombre que Ud. lleva autorizado por la palabra de Dios? Si no, ¿por qué no?