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La abnegación y el sacrificio

 

La abnegación y el sacrificio

por R. L. Morrison

"Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará" (Mat 16:24-25).

Muchas son las escrituras que los hombres tuercen, incluyendo a la de arriba. Muchas verdades fundamentales y vitales han sufrido revisiones, perversiones, y sustituciones. Así ha sido desde hace siglos, y tantas generaciones han sido enseñadas así que ni pueden reconocer la verdad al oírla o al leerla. En el caso de muchos, el error es tan inculcado que por poco sería imposible quitárselo. Cuando uno escoge el error y rechaza la verdad salvadora, todo lo que Dios ha hecho para salvar al hombre está perdido (en cuanto a ese individuo). Para que la verdad reine en la vida de uno, es necesario rechazar el error. Si la verdad no le conmueve a la penitencia, ¡nada más puede hacerlo tampoco!

En nuestro texto, Jesús dijo, "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame". Predicamos una y otra vez los términos para obtener el perdón y la salvación. En Hechos, el libro de conversiones, estos términos son claramente enumerados: aprender, creer, arrepentirse, confesar la fe, y ser bautizado, lo cual nos pone en Cristo. Hay que decirles a los pecadores COMO llegar a ser un cristiano. El no hacerlo es dejar de predicar el evangelio de Cristo.

Pero hay otras condiciones para obtener la salvación eterna. Ellas también deben ser predicadas y enseñadas para que todos las sepan. Al discípulo son tan importantes como el oír y la obediencia son al pecador. Algunos de estos términos se hallan en las palabras de Jesús ya mencionadas. Sin embargo, parece que rara vez los estudiamos o se los presentamos a otros para consideración. Tal vez no se reconozcan por lo que son, o sea quizás que pasemos por alto su importancia. Pero, esta abnegación y el "llevar su cruz" de que Jesús habló son necesarios a la salvación eterna. Para seguirle a Jesús a la vida eterna, hay que practicar lo que enseñó.

Cantamos cantos que nos enseñan que la cruz precede la corona. Esto fue verdad en la vida de Jesús, y así debe ser en la nuestra también. Si no aprendemos a negarnos a nosotros mismos, nuestra fe no vale nada. Una fe salvadora es una fe activa. Debemos creer lo que Jesús dijo: "tome su cruz, y sígame".

¿Qué es la abnegación? ¿Qué quiere decir "llevar su cruz"? Estas preguntas merecen consideración. Cuando hallemos las respuestas bíblicas, debemos aplicarlas, si es que nos interesa de verdad la salvación.

Muchas respuestas se ofrecen a esas preguntas. ¡Supongo que casi todas las iglesias tienen algunas respuestas o a lo menos algunas opiniones! Para algunos, la abnegación es una doctrina muy prominente. Considere un ejemplo. Nosotros teníamos a una vecina, una buena vecina, pero miembro de una iglesia desconocida al Nuevo Testamento. Esa iglesia observa en gran manera la cuaresma, durante la cual, nuestra vecina se negó su cuota diaria de cerveza. Lo consideró un gran sacrificio, el negarse algo que le gustaba tanto. Y su sacerdote estaba de acuerdo. Otros paran de fumar (o fuman menos) durante la cuaresma. Para ellos, eso es la abnegación. Otros hacen cosas que poco les gustan (como asistir a un a misa) pensando que eso es la abnegación. Preferirían mil veces estar pescando, jugando el golf, o simplemente relajándose en casa con el periódico los domingos. Tales piensan que así sirven a Cristo, y que esas prácticas le agradan a Dios. Sin duda, muchos viven su vida negándose ciertas cosas creyendo que están "llevando su cruz" y que siguen a Cristo de esa manera.

Tales ideas son lo más ajeno de la enseñanza bíblica. Y la cosa más difícil de aceptar es que esta práctica no se limita a los católicos y a otros con doctrinas parecidas. Nosotros tomamos parte en ello también hasta cierto punto--no es que observamos la cuaresma, sino que dejamos de reconocer y practicar lo que realmente es la abnegación.

Jesús dijo, "niéguese a sí mismo". No dijo que "nos priváramos de ciertas cosas". Eso no tiene nada que ver con la lección que Jesús enseñó. ¿Qué, pues, dijo? Dijo "niéguese a sí mismo", y ¡quiere decir someter el todo a la voluntad de Dios!

Ahora, el "llevar su cruz". No se refirió a una carga pesada, ni a alguna tarea desagradable. No se refirió a los sinsabores de la vida, ya que siempre están presentes. Tampoco se refirió a las dificultades. En el día de Jesús, el mencionar la cruz romana igualaba mencionar la muerte. Los romanos eran los peritos de la crucifixión. Así que, la abnegación y el "llevar su cruz" sugieren la muerte y eso fue el significado de lo que Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame". Por supuesto, no habló de una muerte literal, sino de la muerte de nuestra propia voluntad. Ésta es la muerte que todo seguidor de Cristo ha experimentado. Al rendirse a la voluntad de Dios, uno así sigue a Cristo. He aquí la descripción que Pablo dio de esta muerte: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2:20). Pablo se condujo como si Cristo viviera su vida. Cesó a realizar su propia voluntad y obedeció a Dios.

Pero uno no se libra completamente de pecado (ni de su propia voluntad) en un solo hecho; es un proceso continuo. Las tentaciones se presentan constantemente. Tenemos que tener las ganas y la fuerza para decir "NO". Tenemos que reconocer que, como seguidores de Cristo, ya morimos a la práctica del pecado; ya no nos domina ni reina en nosotros. Mortificando ese deseo de pecar es "llevar su cruz". No es la renunciación, ni el negarnos algo que queremos. ¡Es una disposición de la mente y del corazón en que uno rehuye hasta la apariencia del mal! ¡Es quitar el egoísmo del corazón y de la vida, y hacer la voluntad de Dios en vez de la nuestra! Ésta es la senda por la cual un hijo de Dios debe continuar.

Jesús además dijo: "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará". Esto es una paradoja, una contradicción aparente. Pero, si uno lo comprende, su belleza y gloria se ven fácilmente. Jesús dice, efectivamente, "la vida viene por medio de la muerte". La muerte del ego, por medio de la abnegación y "llevando su cruz", nos guía a una vida espiritual y, a la larga, ¡a la vida eterna! El que lo hace, deja su vida de pecado y egoísmo para una vida de justicia y servicio a Dios. ¡Esta manera de vivir afecta a uno en toda actividad de cada día de la vida! El servir a Dios no es solamente lo que uno hace los domingos o los miércoles. Afecta el trato y la relación que uno tiene con todos. Es un requisito seguir el ejemplo de Jesús, quien, como hombre en cuerpo humano, vivió de tal manera que viéramos a Dios por medio de él. Jesús practicaba la justicia, y debemos nosotros también. El ser discípulo de Jesús implica ser seguidor, y mostrar su espíritu, bondad, y misericordia, mientras representando siempre la verdad. También quiere decir que la voluntad de Dios siempre es lo primero, antes aun de uno mismo. ¡Esto no es fácil! Amamos a nosotros mismos, pero nuestra propia voluntad tiene que morir, y nuestra vida entera tiene que ser sujeta a la voluntad de Cristo. Cuesta algo ser cristiano. Nos cuesta el mejor esfuerzo que podamos. Los que dicen que es muy fácil ser cristiano deben reconsiderar con mucho cuidado estas palabras de Jesús.

Para que Ud. no piense que esto hace imposible la salvación o que es demasiado difícil servir a Cristo, debemos estudiar más escrituras. Pablo, escribiéndole a la iglesia en Filipos, habló de su vida y de sus necesidades. Dijo que sabía vivir humildemente, y sabía tener abundancia. ¿Cómo? "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil 4:11-13). A los colosenses escribió: "...que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria" (Col 1:27). Si Cristo mora dentro de nosotros, gobernando nuestra vida, podemos vencer el pecado. ¡Su presencia (junto con el resultado de su presencia) es la esperanza de gloria para Ud.!

¿Ud. está dispuesto a perder su vida por la causa de Cristo, para ganar la gloriosa vida de los redimidos, la cual se revelará cuando él regrese? ¿Está Cristo en Ud.?